Datos personales

martes, 25 de julio de 2017

La mala educación: Una enfermedad que se expande por todo el planeta



Una de estas mañanas en la que no trabajo y salgo a recorrer las hermosas calles del pictórico lugar donde vivo y después de escudriñar algunos escaparates, en el aluvión de rebajas que nos invaden por todas partes, me dirijo al final de pueblo y me siento tranquila en una panadería artesanal de las pocas que quedan, donde se consigue pan sano y sin tantos aditivos químicos. Ordeno una tostada con mermelada, un jugo de naranja y un cortado (un café negro con un poco de leche). Me siento a contemplar el detalle y la delicadeza con la que han dispuesto cada cosa en este lugar. Los hornos, las bandejas y las estrellas: todos esos panes, de bronceados y formas diferentes. En esa espera de pronto, un señor mayor, se despide diciendo agur. Es decir, adiós en Euskera, yo por cuestiones de crianza respondo agur como un acto reflejo. El señor se para en la puerta y mirandome de arriba abajo me pregunta ¿Nos conocemos? Y yo le respondo no, lo que pasa es que es de buena educación responder a quien se despide. Hubo un minuto de silencio sepulcral, un cruce de miradas y una sensación de incómodidad. El sexagenario termina de despedirse sonrojado y la dependienta, en un afan por romper el hielo, suelta una perla "la mala educación es una enfermedad que se extiende por todo el planeta" y termina de salvar la mañana añadiendo no todos somos iguales. Ella sigue sacando panes y yo me devuelvo a mi casa a preparar mi almuerzo y a reflexionar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario